Through the course of an embrace our sisters felt a striking hand their fear was raised by the light of day their quiet rage sleeps with them tonight ...And they say We have a reason, to ban our heart we have a reason to change our mind sister midnight, sister moon like me so much don´t think i´ll see them soon.
No escribo para que la gente me lea, me quiera o me siga, escribo porque tengo ganas, porque soy libre de hacerlo y porque me da la gana.
No soy lo que la quiere que sea, espera que de, piense que soy, soy lo que soy desde adentro, soy yo, soy mi esencia y mi existencia, soy parte de un todo que es mi vida y es mi mundo, y no hay más.
Sólo busco expresarme en mí, entenderme quizás, conocerme y explorarme.
La necedad, el error, el pecado, la tacañería,
ocupan nuestros espíritus y trabajan nuestros cuerpos,
y alimentamos nuestros amables remordimientos, como los mendigos nutren su miseria.
Nuestros pecados testarudos,
nuestros arrepentimientos cobardes;
Nos hacemos pagar largamente nuestras confesiones, y entramos alegremente en el camino cenagoso, creyendo con viles lágrimas lavar todas nuestras manchas.
Sobre la almohada de
el mal está Satán Trismegisto
que mece largamente nuestro espíritu encantado,
y el rico metal de nuestra voluntad
está todo vaporizado por este sabio químico.
¡Es el Diablo quien empuña los hilos que nos mueven!
A los objetos repugnan
tes les encontramos atractivos;
cada día hacia el Infierno descendemos un paso,
sin horror, a través d
e las tinieblas que hieden.
Cual un libertino pobre que besa y muerde
el seno martirizado de una vieja
ramera,
robamos, al pasar, un placer clandestino
que exprimimos bien fuerte cual vieja naranja.
Oprimido, hormigueante, como un millón de helmintos,
en nuestros cerebros bulle un pueblo de Demonios,
y, cuando respiramos, la Muerte a los pulmones
desciende, río invisible, con sordas quejas.
Si la violación, el veneno, el puñal, el incendio,
todavía no han bordado con sus placenteros diseños
el canevás banal
de nuestros tristes destinos,
es porque nuestra alma, ¡ah! no es bastante osada.
Pero, entre los chacales, las panteras, los podencos,
los simios, los escorpiones, los gavilanes, las sierpes,
los monstruos chillones, aullantes, gruñones, rampantes
en la jaula infame de nuestros vicios,
¡Hay uno más feo, más malo, más inmundo!
si bien no produce grandes gestos, ni grandes gritos,
haría complacido de la tierra un despojo
y en un bostezo tragaríase el mundo:
Es el Tedio! — los ojos preñados de involuntario llanto,
sueña con patíbulos mientras fuma su pipa,
tú conoces, lector, este monstruo delicado,